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Las cegueras de la sociología

Soy ferviente aficionado a estudios, estadísticas... forman parte de una rutina semejante a la de comprobar la temperatura, la previsión de lluvias y datos necesarios para ajustar las actividades pastorales y anticiparse, en lo posible, gracias a sus aportaciones...

Ciertamente, con la misma prudencia que hace conservar un porcentaje no pequeño a otras intuiciones y observaciones... No siempre llueve el día que fue anunciado, tampoco son pocos los días en los que nos sorprende una tormenta que las estadísticas no fueron capaces de reconocer...

Para muestra un botón: estamos en el primer tramo de trabajo en la mañana. Los chicos divididos en grupos. Uno de ellos en las casas del otro lado de la carretera montando literas. Otro con los muebles de palés. A otro lo escucho con la música de lijadoras en la fachada...

El que me interesa hoy particularmente está en la esquina del comedor. En profundo silencio, solo acompañado por un altavoz portátil, en un volumen llamativamente bajo para lo que suele ser costumbre y que simplemente acompaña la actividad.

Seis adolescentes están en torno a una mesa, se masca la concentración, el lenguaje corporal expresa intensidad y atención plena al asunto...

Y aquí llegan los ángulos muertos de la sociología. Pues estarás olfateando que se trata un rato de móviles y redes sociales, o un video siempre y cuando no exceda los 4 minutos 40 segundos... más fácil aún que hayamos puesto una play...

Pues están cosiendo cojines. Hace ya dos años que hemos incorporado una tarea en el campo de trabajo que redunde en el bien común de la comunidad parroquial. Este año ya has disfrutado de los sofás del chill-out que nos regalaron el pasado verano. Y este están confeccionando almohadones que nos sirvan en el oratorio a todos los grupos que por allí pasan.

¿En qué estadística podríamos encajar estos datos? ¿con qué denominación podemos identificar a este taller? ¿los millenials? ¿la generación z?...

Comparto mis intuiciones... Primero, hay dos adultos sentados con ellos, compartiendo la actividad y dedicándoles su tiempo. Ahora así, luego en los juegos y en la oración. Después, y no menos importante, no hay voces estúpidas etiquetando la costura con juicios despectivos y comentarios sarcásticos en redes de sus iguales. En tercer lugar, porque a todos nos mueve el sentirnos útiles para otros, dejar huella, y explicado, encuentran pleno sentido a que sean un regalo para el resto de los grupos...

Comienzan a llegar los chicos. Es el descanso de la mañana. Se acercan a ver el trabajo:

-Mira, ¡llevamos ya quince!

-Vamos a tomar algo

-Espera, que termino este trocito y voy con vosotros.


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