Suenan los niños de fondo, vuelve a sonar el mítico "maeeeesssstra" y el aderezo de la temperatura propia de sauna nos hace volver a sentirnos como en casa.
Y en "esta normalidad" vuelve a constatarse que, a tres horas de Tres Cantos, las cosas pueden ser muy diferentes a las que estamos acostumbrados en nuestro espacio privilegiado.
Los datos de paro en la ciudad, como estaban. El Cerrillo está como estaba. Arrayanes, un poco más limpio, por lo demás, como estaba... Y bajo este versículo hay cosas que se manifiestan como desesperantes...
Cambian los rostros pero sus dificultades son conocidas... las cosas están... como estaban.
Antonio ha despuntado para alcanzar el título honorífico de niño complicado para esta temporada. El primer día, para la primera hora, ya había debutado con insultos y amenazas a varios de los críos y con una escapada a su casa cuando uno de los monitores quiso reprenderlo con contundencia.
Nos salvó que la madre lo devolvió y le dijo que lo que dijeran los monitores "iba a misa". Una superviviente de aquellos tiempos educativos que sugerían una alianza implícita entre familias y educadores.
Apoyado en estos cimientos, hoy hemos tirado de viejo recurso. Niño al despacho, dos educadores y diálogo sereno, tranquilo a la par que contundente, para que sienta que no se enfrenta a un monitor, sino a una institución.
El niño, noblote, mira a los ojos mientras expresa que se está tomando muy en serio el asunto...
-Así que vamos a hacer un trato, tú pones lo mejor de tu parte, dejamos los insultos y amenazas, y nosotros te regalamos el mejor campamento posible-
-¿Lo has entendido?
Antonio asiente con la cabeza...
-Entonces tenemos un trato, venga esa mano-
-No, los tratos se hacen con el dedito-, mientras extiende el meñique y lo ofrece para rubricar la firma...
Estoy convencido de que no vamos a tener más dificultades con Antonio.