top of page
  • campamentosmmdd

"El mejor día de mi vida"

Acostumbrados como estamos a las comodidades, corremos el riesgo no solo de dejar de apreciar lo cotidiano, sino perder el horizonte del valor que puede tener para otros...

Hoy se mascaban nervios al comienzo de la actividad. Un par de niños coinciden en que estaban preparados desde las 8.00 de la mañana para que sus padres les trajeran o para venir andando si fuera necesario.

Se han multiplicado las preguntas durante los talleres... -¿Pero cuándo vamos...?

Y, con el paso de las horas, hemos ido tomando conciencia que lo que para nosotros es una actividad cotidiana en el horario de campamento, realmente es un acontecimiento casi histórico...

...Hoy toca piscina...

Y es que para la gran mayoría, por mucho que hayan cumplido seis, siete, ocho o nueve... esta era la primera vez que iban a bañarse en ella.

Se entiende así que Isaac fuera dando saltitos cogido de la mano de su monitora... -estoy muy nervioso, maeeessstra-

Mi amigo Antonio, que está llevando a límites insospechados nuestro acuerdo, ha decidido vestir sus mejores galas y tomar la iniciativa, que es la mejor forma de afrontar lo desconocido.

Alejado de los códigos sociales de intimidad y aislamiento que hemos ido construyendo, le ha parecido que lo más razonable ante tan magno acontecimiento era ir presentándose a las, en un primer momento, sorprendidas familias, poco acostumbradas a estas gentilezas, para reaccionar luego con una emotiva cordialidad ante su efusivo saludo: -Hola, me llamo Antonio, y vengo por primera vez a la piscina-.

Los monitores se han empleado a fondo. Podrás anticipar que apenas un par saben nadar pero parece que el afán por el riesgo es antropológico y querían probar todas las profundidades posibles.

Como solemne conclusión, Carmen ha ofrecido dictamen sobre la mañana: -¡El mejor día de mi vida!-.

Se les ha hecho corto. Pero su frustración ha quedado más que superada ante el desbordante anuncio de que mañana, y pasado, y al otro seguiremos teniendo piscina... No dan crédito... ¡también se sienten ricos!


Si estás leyendo estas líneas con sonido de risas, chapuzones y esta música tan propia de nuestro verano te pido que tu oración sea disfrutar de tu playa, de tu piscina, dándote el regalo de vivirlo como lo que es: un privilegio.


Por mi parte, prometo irrumpir en el salón de actos en la propia discusión estúpida de junta de comunidades por el uso de lo que sentimos como merecido y no puede vivirse sino como regalo. Y, a menos de tres horas, como una excepcionalidad existencial.




Comments


bottom of page