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El cambio de turno

Creo que mi primer recuerdo de ella es de los campos de trabajo en Linares, de sus quince o dieciséis años. Desde entonces, y han debido pasar otros ocho, recuerdo el verano en que decidió hacer el curso de monitores, su primer campamento, el verano que rechazó ser catequista y el siguiente en el que ella dio el paso porque se sentía enviada.

En estas edades cada año es un abismo y ya han sucedido los suficientes como para terminar sus estudios, incorporarse al mercado laboral y tener que asumir las responsabilidades de todo adulto y las exigencias de los turnos y rotaciones de un hospital.

El año pasado me pareció que era el de la despedida. Más que merecida tras muchos veranos regalados a los niños, pero las exigencias laborales dictaban ahora sentencia. Estuvo, incluso, en todo el proceso de preparación pero no hubo forma, finalmente, de juntar siquiera tres días que justificaran el palizón. Se despidió incluso del e whatsapp, y de forma elegante… -chicos, me salgo del grupo porque cada vez que veo las fotos lloro-.

Me sorprendió, primero, verla en la lista de los que este año preparaban. Luego pasó a parecerme admirable que, abandonadas las semanas de jersey y próximas las de las camisetas, siquiera en el listado de los posibles.

Vino a contarme, con alegría inusitada que, si nada salía mal, había conseguido juntar 5 días para compartirlos con nosotros y, sencillamente, me sobrecogió. Estas son las cosas que dan sentido y altura a este proyecto, más allá de una actividad de tiempo libre.

Sin cobertura durante dos días en la montaña, al volver a abrir el móvil, en el aluvión de whatsapp, uno está lleno de emoticones alegres: “¡he conseguido cambiar el turno! ¡me quedo hasta el miércoles!”.

Tendrá que sumar guardias. Hacer los turnos de forma más condensada… pero parece que compensa muy sobradamente. Que se lo digan a otro de los que hoy tienen que marchar pues mañana lunes es día de trabajo… Está intentando cambiar los suyos para poder volver el jueves…

Seguro que ahora te es más fácil comprender porque el campamento determina el ritmo del año de tus hijos.

Niños heridos graves: 0.

Niños heridos leves: 4. Dos afonías, un orzuelo y un estallao que se ha marcado 4 horas de siesta.

Mamitis: Volvemos a 0.

Niños que digan querer hablar con sus papás por teléfono: 0.






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