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Diario de Leibniz

Te suena de teoremas matemáticos pero fue aún más original en lo filosófico. En tiempos de crisis, casi tan profundas como las nuestras, se atrevió a discutir la tradicional teoría por el sentido del mal y del sufrimiento y nos ofreció un neologismo "teodicea" para inaugurar una nueva disciplina: la posibilidad de explorar racionalmente la pregunta por el sentido de la vida, de sus paradojas y sus desafíos.

Creo, a ciencia cierta, que habría disfrutado mucho esta tarde.

En El Atazar, las mañanas son para la oración de acción de gracias, para el trabajo intenso y para el premio de la piscina.

Las tardes para los testimonios y talleres, la meditación en grupos, este año sobre el significado de las bienaventuranzas; y para la oración pausada al caer el sol, en el tiempo de la brisa.

Tras la merecida siesta, bien en formato de relatos de invitados o de talleres preparados por nuestros catequistas, nos damos la oportunidad de afrontar las preguntas que no siempre son fáciles expresar, que parecen apagadas tras el maquillaje adolescente pero que, en el fondo, acompañan a nuestros chicos, cuando no les atormentan, y que emergen en cuanto tienen la oportunidad de ser lo que tienen que ser: adolescentes en la hermosa aventura de descubrir su identidad, su vocación... liberados de las exigencias de las redes sociales y los estereotipos.

Somos muy ricos. Hoy se volvió a manifestar en la visita de los chicos del grupo de catequesis de discapacidad que vinieron desde la parroquia para ofrecernos su testimonio de fe, su forma de contemplar la vida y el significado que le otorgan a esta.

Hoy nos acompañaron Isa y Gloria, dos de sus catequistas, José Luis y Pedro.

Tengo que decirte que, una vez más, y no por no haberlos escuchado en numerosas ocasiones, ha vuelto a ser sobrecogedor.

Tengo que anticiparte que la convivencia con ellos me han hecho cuestionar el alcance del término "discapacidad". Yo me siento discapacitado para muchas cosas. Entiendo, indudablemente, sus limitaciones, y el mérito que tiene su esfuerzo, pero también reconozco profundas discapacidades a mi alrededor: para la empatía, para el perdón, para el compromiso, para el amor... En definitiva, para lo que es esencial... Y, en esto, ellos son supercapacitados.

Pedro era un joven convencional, con una juventud convencional, con una familia convencional... hasta que que un accidente haciendo escalada truncó todo su itinerario convencional para transformarlo en excepcional, tras nueve meses de estancia en coma profundo.

Ha cautivado a todos los oyentes con su ironía y sentido del humor. Quizá para rebajar la dureza de una desgracia como la que le tocó protagonizar. Nos ha confesado que lo primero que vino a su cabeza, nada más despertar, es que Dios no podía existir, permitiendo un sufrimiento como el que a él le esperaba. Nos ha relatado la profunda crisis a la que le sumió su nueva situación. La dureza de un sentimiento que sobrevivía al paso de los meses... Sus pausas, sus silencios, han ido densificando los instantes mientras reconocía que por supuesto se planteó quitarse la vida y que solo la cobardía le alejó de un final del que ahora reniega con todas sus fuerzas posibles...

En su desesperada lucha contra el sinsentido, contra la oscuridad y el dolor insoportable, reconoció junto a él la presencia de un Dios que lo había acompañado siempre, aunque pareciera oculto por las convencionalidades.

Volvió a la fe de sus padres, regresó a la celebración de la eucaristía, descubrió este grupo y recibió la confirmación este pasado mayo...

Escucharle es ahorrar los meses de estudio y lectura que llevé a cabo en los estudios de teología surcando manuales y reflexiones. Todos ellos imprescindibles, solo para verificar que el que hablaba sabe con precisión el alcance y valor de las cosas...

- Pedro, ¿y ahora? Desde la perspectiva del tiempo... ¿cabe decir que Dios existe?

- "Cabe decir que es necesario para comprender la realidad".

- ¿Cómo convencerías a alguien de tu fe?

- "No quisiera convencer a nadie. No lo intentéis siquiera. Los que quieren saber de Dios solo piden contemplar nuestra capacidad de amor".

- José Luis interviene para aclarar que nadie puede pensar a Dios alejado de lo que nos pasa. Que él siempre lo sintió especialmente cercano en sus dificultades. "Que nadie piense que a Dios no le importa lo que está sucediendo en Ucrania, Dios sufre mucho con todo lo que estamos viendo"...

- ¿Y por qué sucede, José Luis?

- "En la mayoría de las ocasiones porque hemos sido hecho libres y Dios nos quiere respetándola..."

- Pedro ¿por qué suceden las desgracias si Dios es amor, tal y como tú lo sientes?

- "Si no hubiera desgracias, la vida sería un coñazo".


Un silencio profundo a dado por concluido el encuentro. En sus rostros, los chicos, alternan la sonrisa con rasgos de desconcierto... Se intuye que hay un intenso terremoto que cuestiona si lo que llamamos problema puede ir más allá de una circunstancia, parecen escucharse el ruido de convicciones prestadas y que parecen hechas añicos ante la certeza de que quien parece no encajar en el patrón felicidad comercializada es, sin embargo, inmensamente feliz.


Leibniz habría encontrado respuestas. Yo reitero mi sospecha del concepto de discapacidad.








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