Eli debe andar camino de los seis años. Para su corta edad se ha manifestado con desparpajo y soltura pizpireta durante estos días.
Tiene mirada "de Apocalipsis" contemplando todo como si fueran nuevas las cosas y ayer nos regaló con un solemne reconocimiento: "estas lentejas están mejor que las de mi abuela".
Hoy se dirige hacia mí con ojos vidriosos mientras arrastra a una de las monitoras de la mano...
-Josema, dice la maeeessstra que esto se acaba mañana...-
-Sí, Eli, mañana todos volvemos a casa...-
-Y ¿por qué?-
Tengo que reconocerte que para cualquier otro niño tendría un amplio abanico de respuestas que poder ofrecer, pero cuando quiero articular la primera de ellas las imágenes de El Cerrillo, de su contexto, de lo que inexorablemente le espera en su futuro, detienen mis palabras.
No sé explicar porque esto tiene que acabarse para Eli...
Me queda, solamente, el recurso de algún artificio ingenioso, a ser posible complejo, para que entretenida en la comprensión de la respuesta quizá le asalte alguna otra pregunta que sea más fácil de manejar.
-Por que tenemos que preparar juegos nuevos y otras actividades para la tarde para que el año que viene puedas también disfrutarlos-
Por un momento, Eli parece meditar un argumento al que concede peso...
-Vale, pero con tanto tiempo, entonces prométeme que la próxima acampada va a durar por lo menos 100 días-.